La segunda mutación del Zombi inspirada en el Cuarteto de Nos
Fecha de publicación: 20 noviembre, 2022


La pandemia me quitó gustos y placeres que había cultivado con esmero en años anteriores. Uno de ellos eran las obras dirigidas por el maestro Hugo Arrevillaga, uno de los directores de teatro con más proyección y reconocimento de los últimos años en México. Y creo que llegó el momento de desquitarse, ya que en el último mes he visto tres puestas en escena de él: “Entre los rotos”, “Kyra” y “Zombi”, que es de la cual quiero contarles.
Curiosamente antes de la pandemia, la última obra que vi fue un montaje musical con piezas del Cuarteto de Nos que realizó el maestro Arrevillaga con la generación saliente de Centro Universitario de Teatro de la UNAM en marzo de 2020. Dicha obra giraba en torno a un grupo de oficinistas que acababan hechos zombies por su trabajo repetitivo y tan corto de aspiraciones humanas. Por desgracia dicha temporada fue violentamente interrumpida por el pequeño apocalipsis que sufrimos por culpa de la COVID.
Fue apenas el año pasado que otra obra, esta vez unipersonal, dirigida por el maestro Arrevillaga fue montada en Guadalajara, y nuevamente con canciones del Cuarteto de Nos. Supuse que sería una versión acoplada de aquel musical que vi antes de nuestro encierro mundial, pero no, resultó ser algo totalmente distinto ahora que pude verlo en su estreno en el Teatro Varsovia de la CDMX.
Este monólogo interpretado de forma increíble y demencial por Óscar Serrano Ramírez trata de un fontanero cansado de su gris vida que un día se da cuenta que lo mejor que le sale hacer en la vida es ser zombie. ¿Pero cómo lo descubre? De forma casual, con un volante tirado en un charco que habla acerca de un casting para interpretar el papel de un zombie en una atracción de horror de temporada.
Previo a “Ya no sé qué hacer conmigo” no recordaba una obra dirigida por el maestro Arrevillaga donde él lleve mano en la cuestión de la dramaturgia, así que puedo ir suponiendo que se le da muy bien el género de la farsa, ya que lleva 3 obras al hilo sorprendiéndome con la calidad de comedia inteligente que genera su pluma. Aunado a esto, el despliegue físico y actoral de Serrano, más que encomiable, a momentos resulta sobrehumano, ya que reúne no solamente elementos del teatro musical al incluir el canto y el baile en esas pausas donde de pronto descansa la trama, sino que también acopla otros géneros como el circense y el teatro guiñol para hacer de esta obra un pequeño circo de tres pistas en el que la escenografía se presta como elemento complementario para la acrobacia y el malabarismo.


En días recientes sostuve una larga conversación a distancia con el maestro Arrevillaga con respecto a este proyecto que ha sufrido interesantes transformaciones desde su génesis, a continuación les comparto el resultado:
Rock 101: Desde la creación del muerto viviente por artes oscuras haitianas y posiblemente africanas, hasta la aparición en el cine con George A. Romero y la oleada de variantes a través de las décadas recientes, el fenómeno de los zombies es algo que no parece tener fin. Hace unas semanas tuvimos una marcha de zombies en la CDMX, y hasta a los alienados en cuestiones les dicen zombies. Cuénteme por favor, maestro, ¿a usted por qué le interesan los zombies y por qué escribió y montó una obra con el nombre de “Zombi”?
Hugo Arrevillaga: Si me voy a mi infancia, que fue cuando empecé a ver películas de terror y a leer terror, creo que fue justamente por una película llamada “La invasión de los zombies atómicos”. Y como yo vivía a escasos 15 minutos de una planta nuclear llamada Laguna Verde que es la única que tenemos en México, ya imaginarás. Además, esta película la vimos a escondidas en la casa de un amigo. La película era la cosa más estúpida, pero tenía escenas realmente inquietantes, como la parte en que los muertos vivientes se adentran en uno de los reactores y se empiezan a fundir. Después salían de ahí radiactivos y voraces queriendo encontrar cerebros para devorar. Creo que esa fue una de las películas que más me impactó en mi infancia. Más que miedo me generó emoción al saber que eso podría ocurrir a 15 minutos de mi casa en Laguna Verde. Después eso me llevó a tomar una profunda admiración por Frankenstein que también es un muerto viviente, además de otros clásicos como Halloween, El Exorcista, Poltergeist y otras películas que tenían la aparición de muertos vivientes. Para mí el zombi fue una piedra angular, aunque yo no conocí lo de George A. Romero hasta que fui muy grande. Todo eso fue la semilla que se sembró en mí para después derivar en todo esto en lo que me he enfocado muchos años después en mi carrera, y que empiezo a regresar la mirada a esos tiempos. Además, la figura del zombi me parece súper explotable y muy interesante porque ahora da la coincidencia que vivo en la Ciudad Zombi, en la que a donde quiera que voltees ves gente caminando zombificada, con la mirada clavada en el celular o con la mirada hacia adentro caminando en automático. Todo eso me causa gracia, pero sobre todo me deprime profundamente, saber que estamos ya como estos muertos vivientes sin corazón, voraces de alguna idea de alguna historia que veamos de las que se filtran en las redes sociales o ver que en la calle una pareja se esté peleando o haya un accidente vial y nos quedamos observando ahí sin ninguna emoción, incluso sin tener la intención de ir y ver si alguien necesita ayuda. Entonces sacias ahí tu sed de sangre o de catástrofe y te vas en busca de otra historia.
Entonces en el caso de “Zombi”, este monólogo con canciones del Cuarteto de Nos, cuando yo los comencé a escuchar, inevitablemente vino a mí “Apocalipsis Zombi” y sobre todo el disco “Raro” que fue el que me detonó muchísimas historias que derivaron en “Ya no sé qué hacer conmigo” aquel musical en el CUT (Centro Universitario de Teatro de la UNAM) al que ya no hemos podido darle seguimiento, pero que también me llevó después a contar la historia de Roberto, este plomero de oficio por tradición familiar y que es aficionado a las historias de terror y a los casos insólitos, y que fue apodado “El Zombi” desde chavito, porque se la pasaba fatal en su casa al tener que lidiar con la violencia doméstica. Siendo hijo único no sabía ni dónde esconderse y todo eso generó en él muchas inseguridades y temores. Entonces, por azares del destino, busca sacar toda esa rabia y frustración siendo actor de monstruos en el gran show de zombis que está por llevarse a cabo en la ciudad.
R101: ¿Cómo fue el proceso de brincar de un musical de gran formato que contaba una historia con ayuda de las canciones del Cuarteto de Nos a contar otra historia unipersonal con la ayuda de otras canciones del Cuarteto?
HA: Cuando hice el musical “Ya no sé que hacer conmigo” con las chicas y chicos del CUT estudiamos mucho todo el universo godín y eso nos llevó a revisar todo el material de los zombies desde su origen, lo que representó en Haití, en Cuba y en África. También vimos el caso de estos insectos que de pronto por medio de un parásito se zombifican y se quedan ahí tal cual. Y pueden tomar de huéspedes desde un caracol hasta una hormiga que se vuelve zombi. Y hubo mucha pasión al respecto. Después vino la pandemia y se vino abajo el proyecto después de la primera semana de funciones. Entonces, en el inter del encierro pandémico yo le escribí a Verónica Piana que es la mánager del Cuarteto y es ahora muy amiga mía. Es una mujer a al que le tengo gran cariño y un agradecimiento inmenso porque desde aquel primer momento en que yo le pedí hacer el primer musical ella se entusiasmó muchísimo, gestionó con Roberto Musso (frontman del Cuarteto) y después nos puso en contacto. Pero cuando vino la pandemia y se paró todo, ella me dijo que por qué no continuábamos, le contesté que no era posible. Ya reunir al grupo actoral iba a resultar super complicado y me quedé pensando -Bueno, ¿y si preparo algo para cuando cese la pandemia? -, pero ya no con tantos actores y actrices y una escenografía grande, sino algo con un actor y muy pequeño, o sea, como un eco de aquel universo. Entonces empecé a barajear la idea cuando salía a correr para ejercitarme escuchando la música del Cuarteto en shuffle. Y allí iban cayendo rolas que no había escuchado de ellos y fue cayendo el repertorio que hoy forma parte de “Zombi”. Y en esa carrera que yo hacía todas las mañanas tratando de desestresarme y de hacer algo en el encierro pandémico empecé a imaginar la historia de este plomero. Ya que en esa época en mi casa se colapsó la tubería y hubo muchos desperfectos que necesitaban del trabajo de un plomero. Entonces, gracias a que el fontanero que venía y me contaba sus historias, resultó que había tenido una vida muy interesante: de joven fue luchador. Todo esto me impactó, aunado a que yo traía en mente la literatura del maestrísimo Francisco Tario que yo he admirado de toda la vida. Si te habrás dado cuenta, en la obra hay una parte que toca particularmente ese universo cuando el protagonista se sumerge en las tuberías para ver el desperfecto. Hay un cuento en particular que se llama “El perro amarillo” del que tomé algunos aspectos como un homenaje al maestro.
Entonces al final digamos que fue para mí concluir un poco la nostalgia de todo lo perdido del montaje de “Ya no sé qué hacer conmigo”, la impotencia de no poder recuperarlo. Cuando empecé a escribir “Zombi”, a idear el personaje y la anécdota, apareció la convocatoria para el Sistema Nacional de Creadores (FONCA) y me dije – ¿Y si propongo una trilogía que trate de la monstruosidad y el universo mostroso del que también habla Guillermo del Toro? al que alude diciendo que en México no tenemos monstruos, sino mostros–. Y esa es la gran virtud y belleza de la mostrificación y de cómo hemos sido adoradores también de los fantasmas y de lo sobrenatural, de los casos insólitos, de la ciencia ficción. En fin, digamos que todo se me mezcló durante la pandemia y afortunadamente obtuve el apoyo y me comprometí a escribir de lleno “Zombi”, “Kyra” y una tercera parte que estoy por comenzar a trabajar para estrenar por ahí de marzo o abril de 2023 para completar esta trilogía a la que llamé “Mostres” y que hablan justamente de este universo que me seduce mucho, que tiene que ver con lo paranormal, los monstruos o mostros y las historias que finalmente nos fundamentan desde la infancia. Pero bueno, al final se construyó el texto, yo busqué cómo producirlo y se hizo. Hubo entonces una versión anterior que se estrenó en el conjunto Santander de Jalisco que es un lugar impresionante para las artes escénicas en Zapopan. Trabajé esa primera versión con un actor llamado Alejandro Rodríguez y Proyecta Jalisco que es un estímulo que da el gobierno del estado mediante su Secretaría de Cultura. Ellos apoyaron para hacer esa primera puesta en escena que se estrenó en plena pandemia.
R101: ¿Cómo fue todo el proceso de preproducción y producción de “Zombi” con el nuevo actor y el equipo de profesionales involucrados para dar como resultado un fantástico acto físico muy cercano a un acto circense de tres pistas?
HA: Me pareció muy importante que frente a tanta tristeza y tanto dolor que la pandemia ha ido dejando entre nosotros valía mucho la pena, que al compartir mi texto con el equipo creativo les resultó de interés y dije – Bueno, tal vez no solo tiene que ver con una mirada muy personal, sino que realmente estamos ávidos y ávidas de ver a un ser humano atravesar una historia y desgastarse a tal grado que al final tengamos frente a nosotros a un sobreviviente, este héroe que regresa después de la guerra, que abres la puerta y que está ahí con sus propios restos entre las manos-, y esa imagen me parece súper conmovedora. Yo no sé si lo logramos en “Zombi”, pero lo que sí creo es que afortunadamente el maestro Óscar Serrano Ramírez, que es el nombre del protagonista de la obra, es un tipo formidable que durante el proceso no se quedó con nada en los bolsillos, que todo el tiempo cuando yo le propuse – Maestro, estoy buscando un actor que haga todo esto–, me dijo –Puedo hacer la mitad, y esta otra mitad me gustaría hacerla, así que si me permite, yo lo voy a intentar con todas mis fuerzas–, y entonces acordamos hacerla. Cuando le comenté que estaba pensando en él para hacer un monólogo con canciones del Cuarteto de Nos se mega emocionó y lo primero que hizo fue mandarme clips de videos donde él cantaba en su vida cotidiana las canciones que yo le había mandado. En la bicicleta, en la sala de su casa y me pareció un gesto tan lúdico, hermoso y entrañable que al verlo me dije – Es él sin duda–. Pero lo que te quiero decir es que sí dan muchas ganas ir al teatro y ver a un ser humano partirse de esa manera, tener un nivel de credibilidad tal en lo que está diciendo y haciendo que contagia de este ánimo de vida, de esta esperanza, de este brío, de esta necesidad por transgredir nuestros propios límites físicos y mentales. Eso es increíble, creo que el teatro está para eso. De hecho, hay un libro que te recomiendo de Jean Genet que se llama “El funambulista” y es una carta de amor de una admiración profunda que Jenet hace a un equilibrista que lo enamoró por completo no solo con su físico, sino con este gran valor que tuvo para atravesar de un lado al otro el alambre de equilibrio. Y es como este libro de Rilke de “Cartas al joven poeta”, pero más bien como “Cartas al joven funambulista” y yo se lo doy a los actores y actrices jóvenes con quienes trabajo para decirles esto es la carta de amor al artista escénico. Y me parece genial porque Jenet nos dice que estamos enamorados de ese ser que atraviesa varios metros de distancia del piso enfundado en un traje de lentejuela extraordinario y estamos hipnotizados de su belleza, de su cuerpo, de su traje y de esas lentejuelas y soñamos con esa persona, pero sabemos que nunca tendremos el valor suficiente para estar ahí y trasladamos eso a nuestra vida cotidiana y eso me parece una idea súper seductora. Bajo esa consigna es que quise hacer “Zombi”.
Cuando se vino abajo la primera versión de “Zombi” porque el protagonista tuvo que irse a vivir al extranjero por una beca que consiguió, Valeria Becerril, mi asistente y hada madrina de esta obra, quien además fue mi alumna en el CUT y actriz en “Ya no sé qué hacer conmigo físico”, al mostrarle el trabajo de los monjes Shaolín como referencia para decirle que quería saber si había un actor que tuviera la capacidad del canto, de la acrobacia y algo como la disciplina de un monje Shaolín, inmediatamente me dijo que Óscar, un maestro adjunto del CUT, a quien ya conocía de la universidad y después lo vi semaforear (hacer malabares en las avenidas) en Miguel Ángel de Quevedo. Iba en mi coche y me sorprendí de lo genial que trabajaba con el contact (bola de cristal). Y cuando se acercó me di cuenta que era él, le di dinero y nos reconocimos. Me dio las gracias y se me hizo un gesto conmovedor. Entonces en ese momento pensé que estaría increíble un día trabajar con Óscar. Y curiosamente cuando Valeria me lo mencionó me vino a la mente aquel encuentro. Cuando lo convoqué y me enseñó todo el tipo de malabares que podía hacer además del contact, me di cuenta que no tiene límites, porque además hace parkour. Entonces le dije – ¿Dónde has estado todo este tiempo? Vamos a hacer una obra o las que se puedan.
R101: Hace poco estuvo el Cuarteto de Nos en México. Supe que usted anduvo en uno de sus conciertos. Cuénteme, cómo vivió esa experiencia.
HA: Fue una experiencia súper bonita porque a Verónica, la mánager del Cuarteto, con quien he tenido toda la relación con la banda, al fin pude conocerla en persona. Después de 3 años nos conocimos en persona en el Teatro Metropolitan. Entonces cuando llegó la banda a la ciudad de México le mandé un mensaje a Verónica para desearles éxito y expresarles que no podía ir por una situación financiera, pero que le mandara un abrazo fuerte a todos. Inmediatamente me mandó un mensaje diciéndome que ni lo pensara, que estaba invitadísimo, que no tenía que poner ni un peso, que era su invitado y yo así con la lágrima en el ojo. Entonces me dio boletos para mí y mi esposa. Nos lanzamos al Metropolitan y nos sorprendimos porque nos metieron por una puerta especial con brazalete especial, entramos a la sala del teatro y caminamos hasta unos lugares muy cerca del escenario y estaba emocionadísimo porque nunca había estado tan cerca de los artistas en ese recinto. En fin, ya adentro le mandé un mensaje a Vero para agradecerle en grande. Después inició el concierto y fue una experiencia apoteótica, una experiencia muy hermosa, porque ver a los chicos haciendo lo suyo, viendo a Alvin desplegando batacazos, a Roberto con su carisma y con el frontman tan cabrón que es. Estábamos muy contentos de estar ahí. Ya al final Vero me pidió que nos esperáramos unos minutos para pasarnos a backstage y yo súper feliz llevándoles unos regalitos. Nos pasaron por una puerta secreta hasta los camerinos donde había canapés, botanitas y bebidas refrescantes. Ahí estaban con todo mundo y sus amigos de México. Fue súper emotivo ver a Vero, a Roberto, a Alvin y a toda la banda para abrazarlos. También el Topo me cayó increíble. Aunque con los otros dos no pude platicar mucho. Fue una cosa muy como de familia, muy agradable y amistoso. Se sentía un frenesí de reencuentro después de la pandemia, haciendo lo que quieres hacer, que te está yendo increíble, porque el show fue increíble, desbordado de fans, con la gente entregada como suele ser en México. Platicamos un ratito Roberto y yo, nos tomamos las fotos, también con Alvin, nos echamos unos tragos y después nos invitaron al after, pero como teníamos que ir a recoger a nuestra hija nos fuimos muy contentos en el metro y luego en el auto escuchando “Lámina once”, el último disco de la banda. Ya después cuando le mandé un mensaje a Vero para pedirle si podría solicitarle a Roberto que nos regalara un mensaje en video invitando a la gente a la obra. Entonces seguía en el ensayo y el mismo día me mandó el mensaje. Fue impresionante, yo estaba súper emocionado. Porque a pesar de que estaban preparándose para el concierto en Bogotá lo hicieron ahí rápido. Y me pareció un gran gesto tener ahí a Roberto y a Alvin quien fue con quienes interactué en un podcast en el que me invitaron para hablar de una de sus canciones. Fue muy lindo. Entonces los regalitos fueron un cinturón gris y unas tasas muy lindas y muy mexicanas con la cabeza de un jaguar. Entonces ese video que me mandaron me pareció como una especie de mensaje diciéndome – Acá estamos, te deseamos éxito y esperamos vernos pronto–, y ya con la bendición de Vero y el Cuarteto estrenamos. Entonces, hablando con Roberto, le dije que tiene que escribir un guión de una película, una novela o algo. Pero me dijo que él con el Cuarteto tiene suficiente. Le dije – Es que tú creas historias, personajes y situaciones de una forma compleja, porque logras transmitir una historia completa con un personaje completo con todos sus antecedentes, su futuro, su aquí y ahora (todo lo que implica el guionismo y la dramaturgia)–. Me contestó que pues sí, pero que hacer música es lo suyo y que ahí estaba muy bien, que no quería moverse de ese sitio de la creación ya que le toma mucho tiempo. Pero me preguntó que cuándo haría la siguiente obra con las canciones de “Lámina Once” y yo luego luego le dije que ni me dijera que nomás falta que me den tantita cuerda para echarme a andar.
R101: En muchas de sus obras lo he visto dando una especie de prólogo antes de que arranque la puesta en escena y después se queda a observar la obra como espectador. Cuéntenos, como espectador, ¿por qué cree que la gente debe venir a ver “Zombi”?
HA: Yo lo que recomiendo de “Zombi” es que es una historia que es o busca ser empática, y por tanto busca ser entrañable, al ser este tipo de historias que buscan insertarse en tu propia historia, tener esos puntos de reflejo con temas universales, generales, comunitarios, solidarios en el sentido de que todos hemos sido o conocemos a alguien que ha sufrido bullying en la escuela, alguien que se la pasa perdiendo. También tengo claro que la historia de los perdedores siempre es más atractiva que la de los ganadores, creo. Porque por lo menos a mí me resulta tan empático con las canciones del Cuarteto de Nos. Entonces yo le decía a Roberto – Es que ahí es donde yo tengo un punto de encuentro con ustedes y con tus ficciones y letras–, porque tengo una pasión desmedida por la historia de los perdedores. Yo mismo me siento reflejado ahí, creo que más veces me he sentido como un perdedor que como un ganador y de esas heridas y fallas y batallas perdidas es que más abrevo. Entonces yo recomendaría la obra porque es la historia de un ser roto, herido que no se lamenta de su herida y más bien trata de salir adelante a través de la ironía y el humor negro. Eso me gusta mucho de “Zombi”. Porque es un tipo que se la pasa pendejéandose a sí mismo, pero para fortalecerse. Y no sé si lo logre realmente, pero las canciones son extraordinarias, que creo que solo por el hecho de escucharlas y conocerlas por primera vez es algo que me resulta genial con las canciones de Cuarteto de Nos. Además, la recomendaría sobre todo, porque tenemos un actor muy relevante. Yo creo que el maestro Óscar Serrano Ramírez es un tipo con una capacidad física y una entrega desmedida. Ver a un ser humano llegar y transgredir de esa manera sus propios límites físicos me parece algo muy gozoso en la escena. Porque no está sufriendo, lo está entregando todo con todo el amor, pasión y credibilidad posible. Y creo que todo eso es muy seductor. Normalmente queremos ir al teatro o al cine a ver a alguien entregándolo todo con una gran historia, con un gran guion, con un gran desempeño actoral, con una técnica grande. “Zombi” también tiene una belleza estética que hemos tratado de cuidar gracias y a pesar de la precariedad. A mí me gusta mucho el teatro donde no se ve un despliegue de producción inmenso, no me gusta que me pongan un set de tele o cine y tener algo hiperrealista. Eso me da un poco de pereza. Para eso el cine está increíble. Pero yo creo que el teatro es una invitación a imaginar, un empujoncito a recordar que tenemos ese músculo llamado imaginación del cual dependemos tanto sin darnos cuenta y que nos fundamenta, nos fortalece y nos mantiene vivos en buena medida. El ejercicio amoroso en sí es un ejercicio imaginativo, el erotismo, la sensualidad, la pasión, el deseo, la ensoñación. Pues todo es imaginación. Leemos y usamos la imaginación. Escuchamos una canción y usamos la imaginación. Vemos una película e irremediablemente conectamos con la imaginación. Y el teatro está ahí para fortalecer ese músculo invisible que tenemos ahí todo el tiempo ya dormido o atrofiado y que me parece que el teatro nos fortalece y nos da condicionamiento físico en ese sentido. Entonces me gusta mucho el teatro que tiene elementos precarios y tratamos que de esta precariedad de recursos que nos avasalla y detiene nuestras posibilidades de creación, podamos transformarla en una virtud para demostrar que de un elemento del que tal vez no esperábamos nada, aparezcan miles y miles de universos distintos.
R101: ¿Podría recomendarnos una película, un libro y un disco, además de decirnos por qué es indispensable que la veamos, lo leamos y lo escuchemos?
HA: “Sole” es una película italiana que me conmovió muchísimo. Me parece que está filmada de una manera tan bella, tan discreta, que no pretende tomar ningún protagonismo en ninguno de sus departamentos (dirección de foto, arte, locación, producción), nada. Todo está puesto al servicio de la historia y las actuaciones son tan genuinas. El protagonista, que no es actor, ganó un premio creo que en Berlín y lo hace increíblemente hermoso. Creo que la vi en la plataforma de Mubi. El guión es increíble. Es de estos ejemplos gratos de la síntesis. La maestría de la dirección y actuación está en la administración de las herramientas y los recursos. Un claro ejemplo de la máxima artística de más es menos.
“Long journey into the night” Es bellísima. Está en Netflix. Su cinematografía es impresionante, es hipnótica, lenta, larga. Cuando se estrenó en el cine después de la mitad te daban unos lentres 3D porque a la mitad de la peli, el protagonista se mete a un cine y justo ahí te decían que te pusieras los lentes. La música tiene una cosa como del estilo Won Kar Wai. Los colores, el diseño de producción, pero sobre todo la dirección de fotografía es una joya. La he visto como 5 veces a pesar de que es muy larga. A veces ya ni pienso ni en la historia ni la trama, porque es como un poema. Me recordó mucho la sensación de cuando leí hace mucho “Un poeta en Nueva York” de García Lorca, que yo decía – No entiendo nada, pero no importa porque me parece algo hermoso–, algo así me pasó con esta película. Es un poema visual bellísimo.
Por el lado de los libros, Mafer Ampuero me parece una escritora increíblemente potente, lucida, violenta, brutal, descarnada. Es una mujer chingonsísima. Me impactaron tanto sus libros “Sacrificios humanos” y “Pelea de gallos” que hice una adaptación para teatro y ya andamos buscando fondos de EFITEATRO, que hace poco no nos aceptaron el proyecto por un documento que faltó, una cosa absurda, pero bueno. También hice la adaptación teatral de cuentos de esos dos libros y tanta fue mi emoción que también andamos haciendo la serie con una productora importante de México. Andamos en el desarrollo del primer capítulo. Mafer aborda el terror en sus historias de una manera muy particular. Hay también otro libro que no me canso de recomendar a la gente que Escribe guión que se llama “Soy lo que me persigue”, no sabes qué biblia de cine de terror es a partir de un estudio sobre la psicología toman a personajes emblemáticos de este tipo de filmes. Es escrito por un psiquiatra y un crítico de cine español.
Lynch es mi gurú, no te puse una película, porque realmente son todas. Siempre que me siento mal o fabuloso siempre me viene bien una película de David Lynch al igual que su serie de Twin Peaks. Toda su obra audiovisual me parece hermosa y su libro “Atrapa el pez dorado” y el de Tarkovsky, “Esculpiendo el tiempo”, son lo más cerca que he podido estar en una clase con ellos. Admiro mucho el trabajo de Tarkovsky, Bergman, Béla Tarr. Son los tres directores a lado de Lynch que me parecen más importantes y en verdad aprecio con toda el alma. Estos libros me parecen no solo importantes para quien esté interesado en el arte, me parecen libros muy alentadores, proveen de un montón de material y aliento cuando te sientes frustrado o no te sientes bien. Estos libros son como brújulas. Yo los tengo en mi mesa de trabajo como talismanes, realmente me parecen libros muy hermosos.
En cuanto a discos me gusta el soundtrack de “Suspiria”, la versión de ·Dario Argento, su soundtrack de Goblin me parece tan enigmático e inquietante. También, así como con las películas de terror, siento que simplemente apago la luz de mi casa, ando deambulando por ahí escuchando la música y la verdad me pone tan feliz. No me genera miedo, me inquieta y me lleva a unos territorios mentales que me gustan mucho. Sí, me sumergen como en ese mundo interior inhóspito y muy oscuro.
“Ascenseur pour l’echafaud” de Miles Davies, él es cosa aparte. Me parece tan hermoso lo que hizo el cabrón. No lo puedes creer. Es uno de sus discos más bellos. A mí esa película para la que hizo ese soundtrack no me parece tan relevante en lo personal. Y es que siempre me hipnotiza la música. Dejo de ver la película y me viajo en la banda sonora. Y es que saber que él llegó a la sala de proyección, empezó a ver la película y ahí empezó a improvisar con su banda. No, David, ¿qué es eso, Dios? Era un genio el cabrón. Ese disco en particular lo he puesto para inspirarme tantas veces. Escribir miles de cosas o pensar nada más.
R101: Me gustaría que nos regale un consejo de creador. ¿Qué puede hacer un escritor, un director o un artista en general para mejorar cuando está bloqueado en su proceso creativo?
HA: Yo lo que podría recomendar en esos casos de extravío, que al menos a mí me ha servido, es meditar. Hace como 4 años comencé justamente a partir de lo que escuché en entrevistas de David Lynch, que es una persona que se ha encargado de promover por el mundo entero y que lleva practicando muchos años la meditación trascendental que no es más que una técnica. Implica una filosofía, pero no es en sí una filosofía, religión ni secta. Y tiene una comprobación científica de sus resultados. Si te interesa puedes googlearlo así como “David Lynch y Meditación trascendental”. Te van a aparecer miles de conferencias que el maestro ha dado y sobre todo también en el libro “Atrapa el pez dorado” habla mucho de los alcances de la meditación. Sumergirse en el campo unificado y extraer de ahí toda la felicidad, todo el brío necesario en estos momentos de desasosiego. Ese tema es muy vasto, complejo pero muy necesario. Realmente a la gente que aprecio, con la que trabajo, les hablo de la meditación trascendental y sus alcances, y cuando es posible, también los vinculo con alguna instructora certificada para que puedan instruirse. Es algo que en realidad considerando todo lo que brinda, no me parece que sea caro. Es una instrucción que dura como 4 días. Es muy sencillo y aporta muchísimo. A mí, a partir de que pude meditar, me cambió en muchos sentidos mi percepción de la existencia. También amplió y afinó mis capacidades creativas. Creo que para todxs las artistas es super importante que puedan experimentar con la meditación. Es como extrasúperpotenciar tu capacidad creativa. Porque se potencia al mil tu capacidad de percepción. Da mucha serenidad, es una herramienta fundamental para cualquier ser humano en virtud de lograr una paz mundial. Suena hippie pero no lo es. Es una realidad, en cuanto meditas tu conciencia se expande y puedes tener mucha más empatía con todos los seres alrededor.
Por otro lado, a mí algo que me ayuda mucho en los momentos de desasosiego, me pasó con la pandemia cuando evidenció mi precariedad económica porque toda mi manera de vivir tiene que ver con dar funciones, impartir talleres, y de pronto no poder hacerlo me quitó toda posibilidad de remuneración económica. Y ahí pensé que, si no cometí un error al elegir este camino, pero gracias a la meditación pude de forma precisa poner un cese a esa sensación negativa y buscarle por otros lados para no morir de hambre. Entonces, otra cosa que me gustaría compartirte es la acción. Creo que a veces es muy difícil cuando estás muy triste poder emprender acciones como emprender un proyecto. Y por eso insisto que la meditación es de alguna manera un vehículo para llevarte a ese punto: hacer las cosas. Si tienes una idea, pues escríbela. Escribe. Escribe. Wajdi Mouawad tiene una frase que me dijo cuando estábamos escribiendo un texto juntos. Es una obra pequeña y justo probamos escribir en conjunto. Pero de pronto en un punto de la escritura yo le dije que tenía muchas dudas con respecto a tal parte, tal personaje, tal situación y él me dijo – Lo único que te puedo decir es que todas las dudas en la escritura se deshacen escribiendo. Deshazte de tus dudas caminando. Todas las dudas se esclarecen en la escritura. No lo pienses, no lo premedites, escribe y escribe-, me dijo algo muy lindo. De hecho, me tatué esa frase que es: La flecha inventa su blanco en el trayecto y me parece una frase hermosa y propulsiva y a mí me ha ayudado mucho. Me ha obligado a accionar, a ir hacia adelante. Con esas dos cosas muchas veces he logrado levantarme. Y cada vez que pasa creo que logro levantarme. En fin, las historias para mí siempre han sido un bálsamo, el inicio, el fin y el medio de una historia o una frase que dice una persona, o una situación, una imagen. Últimamente que he estado escribiendo guion cinematográfico de pronto tener clara una escena, cómo poner la cámara en una escena determinada, eso me ha encendido el corazón y me ha arrojado a querer hacer las cosas. Como sabrás, la producción cinematográfica es muy compleja. Está llena de obstáculos. El tiempo pasa y pasa y yo hasta la fecha no he logrado del todo levantar mis proyectos en ese campo, pero me seduce tanto cada historia e imagen que ver concretado eso en la pantalla me seduce y me hace levantarme una y otra vez. Entonces recomiendo eso y la música siempre como una barca, como las alas que de pronto se te implantan y logran levantarte del piso para arrojarte al vuelo y a la ensoñación. Además del amor, el amor a alguien, a uno mismo, a los demás, a las historias, a lo que uno hace, al mundo invisible, al que uno hace, al que nos constituye.
“Zombi” tendrá sus últimas 2 funciones los lunes 21 y 28 de noviembre a las 20:00 hrs. en el Teatro Varsovia de la CDMX, muy cerca del Ángel de la Independencia en Av. Reforma.


*La fotografía de portada de la nota es de la fotógrafa Marlene Coronel. Las complementarias en nota son de David V. Estrada.