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Foto del escritorRicardo Papo

El silencio de Sandra Becerril y todos sus muertos

Las casas embrujadas siempre han sido un tema recurrente en la literatura y el cine de horror. El misterio que conforma ese ente siniestro y sus posibles habitantes sobrenaturales son suficientes para hacer que los valientes espectadores quieran asomarse por sus rejas bien llegada la noche, para tratar de entrar con una linterna y una botella de aguardiente a razón de tomar el valor necesario, antes de ser devorados por lo que vendrá tras cruzar la puerta.

Pero más allá del misterio sobre lo inexplicable y el miedo con el que se tejen las historias acerca de fantasmas, casas malditas y entes malignos, detrás de ellos están los crímenes y las historias de horror humano que los conformaron. Conocedora de esto, la escritora, guionista y fotoperiodista Sandra Becerril, autora de 27 novelas y diversos guiones que han sido llevados al cine y a la televisión, se adentra en “El silencio de todos los muertos”, una historia que retoma el tema recurrente de la casa tomada por el mal, para revestirla de forma particular con una temática que hoy sigue golpeando a la sociedad: la violencia intrafamiliar, el abuso contra las mujeres, los crímenes de la iglesia católica, el machismo, la soberbia y la estupidez humana.

LA TRAMA

Alex es la protagonista de esta historia, una adolescente que vive en una aparente calma junto con su hermano menor Nito y sus padres en un pacífico departamento de la Colonia del Valle a finales de los años 80. Pero todo cambia cuando deciden mudarse a una vieja casona que el patriarca de la familia compra en esa zona donde el antiguo Distrito Federal dejaba de ser la delegación Coyoacán para convertirse en Iztapalapa, muy cerca del Antiguo Convento de Culhuacán, uno de los más antiguos en América Latina. 

Con un interesante estudio de la época que le viene de su vena ochentera y su amplio conocimiento del cine y literatura de horror de artistas como Clive Barker, Wes Craven, Carlos Enrique Taboada, Juan Rulfo, Horacio Quiroga y Richard Christian Matheson, por mencionar algunos, la hábil escritora perfila una historia que más que limitarse al terror por el terror, es una trama humana sobre la forma en que los niños y adolescentes se van abriendo paso al horror que significa crecer y empezar a mirar con ojos bien abiertos el mundo que tomaron por asalto los humanos: religiones y maridos que permiten y ejercen el maltrato sobre las mujeres, así como sucesos realmente tétricos comprobados a lo largo de los tiempos: los diversos casos de abortos inducidos y entierros escabrosos de pequeños niños en conventos donde las monjas eran el objeto sexual de los impíos padres católicos.

Casas inundadas con restos de animales flotando, espectros sonoros que deambulan por las habitaciones y pasillos rompiendo la calma de una familia inocente, la posesión maligna sobre un hombre que solía ser un buen padre, los pensamientos asesinos que ocupan la mente de una bondadosa ama de casa, la infancia corrompida de un pequeño que está dispuesto a matar a su gente querida, ejércitos de niños zombies con sed de sangre, peculiares exorcismos a distancia, además de un sinfín de elementos macabros, perfilan a “El silencio de todos los muertos” como un gran retablo narrativo para esos lectores devoradores de surrealismo macabro.

Por suerte no todo es susto y desesperación, en esta novela existe un pequeño, pero muy fuerte comando de defensa que sirve como contrapeso para no caer hundido ante tanta tragedia. Tanto Alex, la protagonista, como Lucas (su primer novio), además de RC (su escritor favorito), se encargarán de poner sus almas de por medio para evitar que la casa maldita cobre la vida de todos sus habitantes.

EL VEREDICTO

“El silencio de todos los muertos” es una historia redonda, sin concesiones para el aburrimiento, que a lo largo de sus 260 páginas no da espacio para respirar, ya que se reparte de forma trepidante entre la mirada de su protagonista, los diversos personajes secundarios e interesantes reflexiones sobre el bien y el mal. Otro plus que no puede dejar indiferente a los lectores, es que la autora se internó en su memoria para traer a la ficción diversos sucesos que ella vivió en una casa muy similar en su infancia, de la que relata haber tenido varias experiencias sobrenaturales.

Te invito a poner a prueba tu valentía e imaginación para poblarla con los personajes y la macabra historia que Sandra Becerril elaboró para este libro que ganó el séptimo premio de novela “Se busca escritor” convocado por la Editorial De Otro Tipo en 2020. Y también te invito a internarte en la mente de la escritora en esta entrevista que nos concedió en exclusiva para Rock 101.

LA ENTREVISTA

Rock 101: ¿Sentiste un tipo de alivio al terminar de escribir tu novela?

Sandra Becerril: Fue más bien una liberación. Llevaba mucho tiempo queriendo narrar esta historia, la investigación, la línea de tiempo y la creación llevó varios años. Ya cuando me senté a escribirla fueron un par de meses, pero me di cuenta de que había recordado mucho de mi niñez en ese tiempo y fue muy liberador. La verdad es que siento ansiedad al terminar las novelas porque ya quiero escribir la siguiente. 

R101: ¿En algún momento pensaste que triunfaría el mal? 

SB: Siempre. En todas las historias de alguna forma hay un balance en el final entre el mal y el bien porque así sucede en la vida real. 

R101: ¿Al invocar sucesos sobrenaturales de tu pasado no tuviste algún tipo de manifestación de aquellos seres que solían quitarte el aliento cuando eras niña? 

SB: No, porque esos estaban en mi imaginación, lo que pasa es que cuando somos pequeños creemos que todo es real, está en la naturaleza, somos inocentes. Los que me quitaban el aliento eran personajes creados por otros, como Wes Craven o Clive Barker. 

R101: Más que una buena relación con su madre, Alex tiene una mejor relación con su abuela, ¿qué de eso refleja tu relación con la tuya y cómo dicha interacción pudo haberte perfilado como una amante del género de horror? 

SB: Bueno, yo tuve (tengo) una relación muy buena con ambas. Mi abuela era muy diferente de mi mamá, entonces la relación también fue diferente. A ella siempre le gustó el terror, asustarnos; con ella vi el primer DVD que compré de género en la primera laptop que adquirí con mi trabajo. A ella le leía mis historias y le contaba los planes. Además, soy la nieta más grande, supongo que eso me dio un lugar especial. Estoy segura de que, si a ella no le hubiera gustado tanto el terror, yo escribiría otro género. 

R101: En una entrevista que le hicieron a tu mamá a razón de un reconocimiento que te dieron recientemente, ella habló que desde pequeña te gustaba hacer historietas, me gustaría conocer si recuerdas alguna y de qué se trataba. 

SB: Sí, hace poco las encontré. Escribía muy melancólica, muy dramática, sobre un amor que no había conocido, sobre la muerte que tampoco había llegado. Te paso una captura de pantalla 😉 Es de cuando tenía 7 años y había ido con mis papás a Inglaterra. Por años me quedé maravillada con su niebla y su frío, sobre todo porque no había sol y no me lastimaba la piel.

R101: ¿Qué tanto tu literatura se nutre de la nota roja algo sobrenatural que existe en nuestro país?

SB: Se nutre mucho de sucesos de nuestro país. Sí, de pronto está la nota roja, pero sólo para crear atmósferas realistas que de pronto serán rotas por lo desconocido o lo extraño. Es un país fantástico para dejar volar la imaginación. 

R101: Alguna vez leí que a partir del nacimiento de tu hijo tu literatura tomó otro rumbo, me gustaría conocer cuál fue su reacción de tu pequeño al leer “El silencio de todos los muertos”. 

SB: La leyó en un avión cuando íbamos camino a una cena con los Maestros del Terror en L.A. Le gustó cómo hablaba Alex y le corrigió algunas expresiones. Dijo que estaba divertida pero no le había causado tanto horror como cuando me acompañó a una reunión por mi guion Mashit; ese nada más de narrarlo le dio miedo y nunca me lo va a perdonar, lo recuerda a cada rato, tenía 7 años.  

R101: Me gustaría saber quién fue el autor de la portada de tu novela y si hubo un consenso contigo para llegar a su elaboración. Me parece fabulosa. 

SB: A mi también me lo parece. Fue Mauricio Gómez Morín, elegido por el editor de De Otro Tipo, Walter Jay Nava. Walter me preguntó qué imaginaba de portada, le conté los horrores de cada uno de los personajes y Mauricio la creó sólo. La vi en su última etapa y no quise cambiarle nada, es un gran artista. 

R101: Por la cantidad de novelas y trabajo que llevas hecho podría pensar que todo el tiempo estás escribiendo, inclusive cuando duermes o estás elaborando otras actividades, ¿nos podrías regalar un encanto o tip mágico para aquellos que disfrutamos del amor por la pluma y sus posibilidades narrativas? 

SB: Escribir aunque no se esté escribiendo. Siempre hay cosas que nutren a nuestras historias alrededor, algún gesto de otra persona, un suceso diario, un guiño, una frase, que alimente a nuestra imaginación. Mi “tip mágico” es enfocarme en una historia hasta dejarla redonda en mi cabeza antes de comenzar a escribirla, saber cómo va a terminar, los conflictos y deseos de los protagonistas, etc, a modo de que, cuando me siento a escribir, ya no sea pesado el proceso de redacción. Y, en realidad, sí escribo también siempre. Eso comentaba con una amiga ayer, hace 30 años que no he dejado de escribir ni un día, ya sea una memorata, un cuento, la continuación de una novela, un artículo, algo.  Mi día no está completo si no saco la tinta de las venas. 

R101: Tu novela, además de ser una historia plagada de pasajes escabrosos, es una historia también repleta de sonidos. En su musicalidad están los dedos de Alex, tu protagonista, sobre un piano y también su conocimiento de la música de las películas de horror de los 80. Incluso hay una canción de origen náhuatl que se repite como mantra en varios pasajes de tu novela: "Macochi Pitentzin". ¿Por qué elegiste dicha canción? 

SB: Todas mis novelas tienen su soundtrack. Es música que suelo escuchar al escribir porque me ayuda con el ritmo de la historia. Quise que Alex, como buena fan del terror, tuviera conocimiento no sólo de las películas, sino también de su música, eso habla más del personaje. Elegí esa canción (Macochi Pitentzin) porque es una nana que de verdad cantaban a sus pequeños para dormirlos. Tiene su propia historia y me ayudó a darle otra atmósfera y a diferenciar la novela de las típicas historias de casas embrujadas. Quería ir más allá, al centro de todo.

R101: Tomando en cuenta que Rock 101 es un sitio especializado en música, me gustaría que me compartieras tu top 5 de canciones que tendrías todo el tiempo sonando en una casa del terror creada por ti.

SB: Creo que en mi propia casa del terror (que algunos dicen que donde vivo lo parece por todo lo que coleccionamos), no sonaría música de horror. La atmósfera tendría que ser diferente a la típica donde esperas el susto. Porque es muy fácil asustar, en cualquier película hay jumpscares, de pronto se nos cierra una puerta y saltamos, es algo sencillo. Yo quiero que mi terror perdure. Así que lo aderezaría con algo de rock, también de los noventa, que es mi favorito. Algo como el instrumental en piano de "Creep", "November Rain", "Starway to heaven" o "Dream on". 

R101: En una entrevista hablaste de que tu primera publicación fue un poema en Argentina. Me gustaría que nos regalaras un verso tuyo o de otro autor para terminar esta entrevista.

SB: Sí, fue en Argentina “Érase una vez”, un cuento sobre un cuento que no se siente cómodo en ningún librero. Te adjunto una fotografía de la antología.


SB: Y ¿un verso? Respeto mucho a los poetas de verdad, así que te regalo uno que no es mío, sino de César Trujillo, un maravilloso amigo y poeta (actualmente Director de Publicaciones de Coneculta, Chiapas). Es un texto de su libro “Al amor también lo devoró la luz”. Muchas gracias!!!

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