Conocí al Diablo en los albores de la primera década de los dosmiles, cuando iba en el segundo año de la prepa. Él era un chico de mata larga, con pocos amigos y con una pinta como de grungero de los 90. Fue hasta el último año en esa escuela que coincidimos en el área 4 para los que no teníamos ganas de complicarnos la vida con las matemáticas. Entonces fue que supe que el mentado Diablo tenía una banda de grunge llamada Deimos con otros amigos que no estaban en la escuela. Eso lo hacía pues, una especie de criatura superior para los aspirantes a nada que, en aquel momento de la vida, éramos mis amigos y yo.
Mi amistad con él constó de algunos buenos momentos, como ser parte del grupo de villancicos rockeros de la prepa que se ganó un viaje al Desierto de los leones, al que no pude ir porque no me firmaron mi permiso. Además de hacer un par de videos muy cotorros con una Sony Hi8 que intentaban ser un homenaje a Jackass de MTV en el que él y otros amigos se aventaban por una pendiente arriba de una bicicleta a la que se le salían llantas a medio camino, y uno más junto con un compa apodado El Chivo, en el que hicimos unos sketches cómicos sobre la vida de Osama Bin Laden con música de Tarkan y La Macarena.
En una fiesta cercana al final de la prepa en 2002, Deimos fue la banda invitada para amenizar una velada con cervezas y alcohol barato en una casa de medio pelo. Recuerdo poco de sus rolas de aquel tiempo, pero me viene a la mente “Mi generación”, una pieza que hablaba de la repulsión que le causaba que todos los jóvenes del naciente nuevo milenio aspiraran a ser las tonterías que les vendía la televisión y su publicidad, además de “Chop Suey” un cover de System of a Down que andaba muy de moda en ese momento, y que hizo que se armara el slam con 4 que 5 vatos todos mecos como yo.
Pasaron los años, y aunque le perdí un poco la pista, me lo volví a topar tres veces más con su banda. La primera en un bar de La Roma cuando andaba girando con su disco “Robosapiens”; después, en el Antiguo Sins, ahora R&R de avenida Cuauhtémoc; y una más en su tocada de décimo aniversario en el Foro Alicia en el que presentaron su disco “Moloch”, nombre que tomaron de una antigua divinidad de Medio Oriente a la que la gente le entregaba en sacrificio a sus hijos por la obtención de bienes terrenales. En ese tiempo la banda se seguía llamando Deimos y habían implementado instrumentos como el sax para darle un toque más rockero a la agrupación.
Recientemente me dio por saber qué había sido de mi cuate el Diablo y su compañía de grunge dosmilero ambulante ahora llamada La Banda Sin Hígado, que se complementa desde sus inicios por Ana, en las cuerdas del bajo, y Peluso, en la batería. Lo contacté para hacerle una entrevista días después de que estrenara en Youtube y sus redes sociales, el video de su última canción: “Doña Muerte”.
Rock 101: De aquel joven contestatario, nihilista y desmadroso que conocí en la prepa, ¿qué queda ahora?
Diablo: De aquel joven contestatario, nihilista, desmadroso y de bajo perfil que conociste en la prepa (hace 20 años) pues queda sólo la esencia. La furia adolescente y la inmadurez emocional transmutaron en experiencia y en autoconocimiento. Después de cometer lo que en algún momento se podrían considerar errores, uno acaba por compilarlos y convertirlos en peldaños encaminados a la evolución. Considero que de haber seguido por más tiempo el camino que empecé en la adolescencia, ahora estaría muerto. Lo hice durante 14 años. Fueron muchas las señales y las situaciones que me indicaban que no debía seguir por ahí y aún así lo hice a pesar de mi propia salud física y mental. Al principio quería experimentar, después ya no podía salir de ahí. Logré extinguir las llamas de mi infierno personal y hoy en día creo que sigo siendo un adolescente por dentro, haciendo cosas que hacía desde los 14 años que me llenan y me divierten, la música es la principal de ellas. La diferencia es que ahora las letras no hablan de decepción, relaciones tóxicas y alienación juvenil. La música se vuelve algo tan intrínseco que acaba por retratar fielmente tu estancamiento o tu evolución como persona.
R101: ¿Cómo se combina tu vida en la docencia con tu vida musical? Hace no mucho me platicaste que, como maestro de prepa, haces tus esfuerzos para que los chicos no caigan en las garras del reggaetón, ¿cómo le haces?
Diablo: Estudié Ciencias de la Comunicación sin saber mucho como por qué o qué. La verdad es que toda mi vida escolar, desde el kinder hasta la universidad, la pasé de noche, sin pena ni gloria. Creo que todo lo que aprendí en la escuela nunca vino de las clases. Pude haber aprendido algo de los maestros, pero rara vez de sus materias. El salto a la docencia lo di cuando a mis 24 conocí por primera vez la colitis nerviosa; me la estaba provocando mi primer trabajo relacionado con la carrera. Me di cuenta que me resultaba difícil encajar con gente de mi edad o mayor, así como recibir órdenes que yo consideraba absurdas. Así que recapitulé mi vida y me di cuenta que el único lugar donde siempre hice lo que quise fue en la escuela, pero la neta no le vi sentido a seguir estudiando; a parte de que las "órdenes" las daría yo, mis compañeros de trabajo serían un puñado de adolescentes mutantes que eran más parecidos a mí que la mayoría de mis contemporáneos. No negaré que también escogí ese trabajo por la gran cantidad de tiempo libre que da. La idea siempre ha sido seguir teniendo tiempo para la banda. También escogí la docencia porque creo que es una etapa crítica en la vida de todo ser humano y pienso que cualquier error que pueda cometer un puberto hoy en día, yo lo cometí hace 20 años de manera intensa y constante, así que, más que ir a enseñar una materia, voy a tratar de conectar los puntos en mi cabeza y en la de mis alumnos, para darnos cuenta de lo que tengamos que darnos cuenta y abrir los ojos ante lo que tengamos que hacer. Ellos siempre me enseñan algo relacionado conmigo mismo y yo siempre trato de enseñarles algo relacionado con ellos.
Respecto al reguetón, la neta al principio no entendía de qué iba la cosa. Conocí ese género gracias a mis alumnos hace más de 10 años cuando era un pedo súper marginal. Doy clases en el Bacho 10 de Pantitlán; ahí se junta la banda de la Morelos, de Neza, de Los Reyes y demás, así que las fiestas clandestinas en los terrenos baldíos circundantes eran tiro por viaje. Los chakas eran mayoría y todo el Bacho olía a mona, a mota y papel quemado para disfrazar el olor. Todos traían el mismo corte de cabello, usaban Goga y eran medio gánsters. Escuché por primera vez el reguetón ahí. En realidad, nunca me ha gustado, pero tampoco me ha molestado, ni tengo esa pose de rockerillo que cree que escuchar a Pink Floyd te hace superior intelectualmente y esas ondas. Entendí desde entonces que eran morros forjando sus propios gustos influenciados por su entorno y que quererles enseñar a Black Sabbath o a Nirvana era un caso perdido. Salvo algunos casos aislados que reproducen los gustos musicales de sus papás, el rock para ellos es simplemente algo con lo que no conectan. Durante mucho tiempo el asunto de que yo tocaba en una banda fue algo encriptado. Me gustaba jugar al superhéroe que mantenía su verdadera identidad en secreto hasta que no sé cuándo ni cómo algunos empezaron a preguntarme por mi banda, así que decidí hacerlo público. Muchos empezaron a ver que hacíamos playeras y hasta nos compraron porque les late nuestra música a pesar de escuchar otras ondas bien distintas como Lil Peep, Cancerbero, o incluso K Pop. Eso me late un chingo porque lo hacen voluntariamente y sin esperar nada a cambio. Me hace pensar que el discurso que hay en nuestra música tiene coherencia con lo que soy y predico en el salón de clase.
R101: Recuerdo que cuando te conocí el nombre de tu banda era Deimos, pero ahora la agrupación, que mantiene la misma alineación de antes, se llama La Banda Sin Hígado. ¿Es una forma de reiniciar o de quitarte de encima algo que ya no quieres?
Diablo: Deimos significa Pánico y nos representó durante mucho tiempo. Siempre he creído que el miedo es la única y verdadera fuerza que motiva al ser humano, y en parte, creo que sigue siendo verdad, aunque llevar esto al pie de la letra puede llegar a ser muy desgastante si no se sabe cómo canalizarlo. La Banda Sin Hígado era nuestro apodo. Un amigo nuestro nos lo puso en la universidad, ya que siempre nos encontraba metidos en los bares o dando tumbos en los alrededores del campus. La gente nos empezó a identificar así de manera natural y creo que les resultaba más fácil decirnos así que pronunciar Deimons, o Daimonds o cualquier otra variante de Deimos. Fue hace dos años que decidimos adoptar LBSH como nombre oficial dejando atrás casi 10 años de no grabar nada nuevo, a pesar de tener apiladas muchas canciones. La Banda Sin Hígado representa un nuevo enfoque en ese aspecto. Desde que iniciamos esta nueva etapa no hemos parado de estar sacando singles y videos, lo cuál, la neta, me hace muy feliz.
R101: Tu banda toma el nombre de una rola que dice que “Son la cruda de dios de su peda de 10 días” y “Que lo borracho y lo cabrones se les quita en el panteón”. ¿Qué tanto te identificas con esta declaración de principios o qué tanto es que una vida de excesos ya te dejó sin poder etílico con puras noches solitarias y música de cañerías?
Diablo: La canción de “La Banda Sin Hígado” precisamente habla de ese sueño ebrio y etéreo de nuestros orígenes como especie y retrata lo que éramos en aquel momento como banda. El verso "Somos la cruda de Dios de su peda de 6 días" hace referencia al Génesis y la creación donde lo que queremos plantear es que todo es tan caótico, ilógico y desenfrenado, que en realidad somos producto de una peda masiva de Dios; somos su resaca, sus náuseas y su dolor de cabeza: El séptimo día. El coro "Lo borracho y lo cabrón se me quita en el panteón" surge de un recuerdo que me trajo Peluso de Huasca, Hidalgo; una pachita que reza ese dicho. Respecto a por qué se me quitó lo borracho sin haber tocado el panteón, pues creo que se debe a mi experiencia en el hospital cuando me rompí la pierna de forma inexplicable en un concierto de Rammstein. Prácticamente fui a tener la peor resaca de mi vida ahí, sin poder moverme. Algo se rompió o se pegó en mí durante un sueño extraño y lúcido en el que me sentí absolutamente vulnerable y a merced del destino, algo en mí murió, pero también algo en mí nació. Respecto a “Poder Etílico” es una canción que hice pensando en Charles Bukowski y en mi yo de aquel tiempo. Seguramente la hice un domingo soleado, medio pedo y ya por la noche se acabaron las provisiones dejando solamente vacío y soledad, así me suena. Siempre me identifiqué con Bukowski y creí ser capaz de seguir sus pasos porque lo admiro pero, en definitiva, El Viejo Indecente estaba hecho de otro material del que yo no. El Poder Etílico hace referencia al alcohol como motor de vida, de creación, de acción. Para mí se ha acabado ese poder, pero las noches ya no son solitarias porque he aprendido que nunca estoy solo mientras me tenga a mí mismo. La Música de Cañerías sigue sonando, para mí es LBSH.
R101: En tiempos recientes que retomo tu música veo que has vuelto a esa iconografía noventera, con personajes peculiares como el Chupacabras o Jaime Maussan, que me hacen recordar los primeros videos de los Foo fighters, ¿qué tanto lo lúdico conforma una parte de tu concepción de hacer música hoy?
Diablo: ¡Diste en el clavo! Regularmente se tiene la idea de que hacer un video debe de implicar una gran producción con equipos sofisticados y presupuestos elevados. Nosotros crecimos con la vieja escuela de los videoclips donde se buscaba capturar la esencia del artista y se priorizaban las ideas o los conceptos, es así como manejamos el asunto de los videos. La premisa de hacerlos es siempre divertirnos; construir una experiencia única en la que todo fluya y la pasemos bien saliendo de nuestro personaje de todos los días al disfrazarnos y nosotros darle vida a una historia, es ahí donde nos vemos influenciados por los Foo Fighters que le quitaron lo solemne al videoclip y le dieron un giro al hecho de sólo ver a un grupo de sujetos tocando.
R101: La música hoy en día depende de conciertos en streaming, conciertos para poquísimas personas con muchos cuidados sanitarios, de lanzamientos de sencillos, plataformas como Spotify que nomás sirven para dar a conocer a los artistas, pero con mínimas regalías, o de otras como Band Camp que tienen un enfoque más favorecedor para los músicos, pero nomás no terminan de despegar aquí en México. Ante este panorama, ¿cómo se las está viendo La Banda Sin Hígado?
Diablo: Pues en realidad para nosotros no ha cambiado gran cosa el asunto, salvo en la cuestión de las presentaciones en vivo, que igual no eran ni muchas ni multitudinarias, pero sí bien catárticas y explosivas. Se extrañan, pero hay que saber adaptarse; no es que vayamos a armar toquines clandestinos con tal de tocar. De ahí en fuera pues a pesar de ser una banda con 20 años de antigüedad, somos una banda nueva no sólo por el nombre sino en el asunto de la visibilidad en redes sociales. En lo personal siempre fui un prófugo de las redes hasta hace dos años que empezamos a darle movimiento a LBSH; si uno no pertenece a alguna "escena" o género en particular, pues se tiene que fabricar una audiencia y en estos tiempos, ese es el medio. Nos estamos enfocando precisamente en esto último. Tenemos la intención de que nuestra música llegue a los oídos de la gente adecuada; gente que se identifique con nosotros y con nuestro mensaje, y que encuentre en lo que hacemos lo que necesite en ese momento: fuerza, inspiración, empatía, compañía o simplemente un desconecte momentáneo.
R101: En el último videclip de la banda, “Doña Muerte”, entra un juego de imágenes y símbolos bastante interesantes. Una muerte representada por el icono de los doctores de la peste negra, pero también una frase de arranque de don Juan Matus que le recuerda a Carlos Castaneda que la muerte es su consejera y compañera, que nada importa si no le ha llegado el momento de partir. En estos tiempos de pandemia en donde parece que el toque de la muerte se extiende más que nunca en nuestro derredor, ¿cuál es el tipo de mensaje que quisieron dar con esta rola?
Diablo: Es curioso porque la grabación del video de "Doña Muerte" se retrasó porque la máscara de doctor de la peste no llegaba y la pedimos desde el año pasado. Sucedió algo parecido con la canción de "Consummatum Est" que llevaba mucho tiempo guardada y que estaba programada para abril desde finales de 2019; Consummatum Est habla precisamente del fin de los tiempos, del Apocalipsis, de la transformación, el cambio y la libertad que implica un nuevo comienzo. El video es una compilación de imágenes que hizo nuestro amigo Víctor en su viaje a Japón a principios de la pandemia, y de cómo reaccionaron en esas tierras lejanas ante esta situación. La curiosidad radica en que, al menos en lo particular, no creo en las coincidencias y me he dado cuenta de que hay un orden, un patrón y una sincronía que como seres humanos somos capaces de entender, dilucidar y acatar a nuestro favor. Pero hemos atrofiado tanto nuestras herramientas perceptuales, que acabamos por llamarlos "casualidades". Nos manejamos siempre un paso atrás en el tiempo, pero tenemos una relación directa con el futuro.
Respecto al mensaje de Doña Muerte y su relación con la pandemia, pues volvemos al asunto de las "coincidencias". Nadie sabía lo que iba a pasar, pero la mesa ya estaba puesta. A todos nos tomó por sorpresa y todo el mundo empezó a ver el fin del mundo, a fabricar señales en su mente. Todos llegamos a sentir miedo e incertidumbre, pero en lo personal, el acercamiento al Camino del Guerrero del que habla Castaneda en sus libros, me ayudó darme cuenta de que efectivamente nuestra muerte va con nosotros a todos lados, en todo momento y que nada garantiza que respiremos un minuto más. Abordar la vida de esta forma resta toneladas de mezquindad e inútil importancia personal, sin embargo, creo que como individuos preferimos evitar el tema y vemos a la muerte como algo inevitable pero también lejano. Vivimos distraídos en el mañana mientras el misterio de la vida nos desfila frente a los ojos justo ahora. Entonces, lejos de tratar de explotar el tema de la pandemia, Doña Muerte busca encarar sin tapujos este tema. Lo que estamos haciendo en estos momentos bien podría ser nuestro último acto sobre la Tierra, pero preferimos vivir pensando que vamos a morir de viejos, dormidos, en nuestras camas, con una sonrisa en la cara y rodeados de la gente que nos ama, pero LBSH les tiene una noticia de última hora: Difícilmente será así.
R101: Me ha gustado ver que esta pandemia los ha traído bastante activos haciendo nueva música. Todo esto piensa pronto en convertirse en un disco, ¿hay planes para tocadas próximas?
Diablo: En realidad no hay planes de un disco como tal. Los discos que llegamos a grabar los abordamos por el lado del concepto y buscamos esa redondez de las ideas y nos gustaba mucho buscarle tres pies al gato, pero igual pasaba demasiado tiempo entre el lanzamiento de un material y otro. Los tiempos han cambiado, y para la gente que ya tiene algo hecho en esto de la música puede funcionar el grabar 12 o 13 canciones, sacar un acetato o un CD y salir de gira durante 1 año o más y descansar otro o cosas por el estilo. Nosotros no nos podemos dar ese lujo y descubrimos una forma de mantenernos activos de manera constante, y esa es la grabación y lanzamiento de sencillos que, si acomodamos los que llevamos hasta ahora, surge un puñado de canciones que bien podrían ser un disco. En 2021 nos gustaría grabar un EP sólo por retomar la experiencia de grabar los tres juntos en un estudio, pero no hay nada escrito al respecto. Tenemos ya enfiladas muchas canciones, las cuales verán la luz el próximo año. Tenemos la intención de lanzar al menos el doble de las que sacamos el 2020. Aparte estamos pensando en formas de complementar la música con otros aspectos que también nos atañen como la poesía, lo oculto, lo sobrenatural, lo cotidiano. Nos gustaría ser más que sólo una banda haciendo música y llevar lo que hacemos un poco más allá; encontrar nuevas formas de interacción y comunicación que hagan más profunda la experiencia de ser parte de LBSH.
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