“Enseñar a hablar a un monstruo”, un libro sobre el origen del lenguaje humano
Fecha de publicación: 20 febrero, 2023


En uno de los libros fundacionales judeocristianos se dice que “En el principio fue el verbo”, y lo cierto es que para los que amamos el mundo de las palabras, nada podría estar mejor. Pero si tomamos en cuenta los estudios de la antropología y la arqueología de las últimas décadas, nos daremos cuenta de que, sin ese toque antropocéntrico con el que cuentan las religiones, sería imposible pensar que hubiera una lengua con verbos, sujetos y predicados antes de que existiera el ser humano en este mundo que habitamos. Aunque pensándolo bien, y desentrañando el mundo de las metáforas y los dobles sentidos que guarda todo texto “sagrado”, bien podríamos pensar que en el principio del mundo racional fue el verbo, ya que muy probablemente fue el inicio de lo que hoy conocemos como la sociedad humana que se organiza mediante un lenguaje común que se disemina en diferentes lenguas, como en aquel mito de la Torre de Babel, que por cierto, también es visitado en el libro del que quiero platicarles: “Enseñar a hablar a un monstruo”, publicado por Editorial Planeta y escrito por José C. Vales.
Tomando en cuenta que han existido una gran cantidad de estudiosos en la trama de la historia desde sus respectivos frentes, ya sea en la lingüística, la filología, la antropología, la filosofía, además de otras ciencias sociales, lo cierto es que nadie ha dado con el lugar donde comenzó la hebra de la madeja del lenguaje humano; ese punto en que los gestos, los sonidos aislados y las figuraciones comenzaron a fraguarse como un sistema de comunicación más exacta para iniciar a tejer hilos dentro de la vida en sociedad; por eso el filólogo, académico y escritor español, José C. Vales, mediante un estudio profundo en diversas fuentes, generó a través de un estilo narrativo nada rebuscado, un puente de conocimiento sobre los diversos estudios y ejemplos de diversos especialistas como Augusto Comte, Steven Pinker, Friedrich Max Müller, Ferdinand de Saussure y escritoras como Jane Austen y Mary Shelley, para plantear la forma en que humanos como tú y yo, comenzaron a comunicarse en un mundo tan hostil como el de hace algunos miles de años después de pasar por una etapa de evolución tan mágica como caótica.
“Enseñar a hablar un monstruo” es un libro que nos hará recordar como en nuestras viejas clases de etimologías de la prepa conocimos muchos detalles sobre el origen de las palabras, pero no exclusivamente en el griego y el latín, sino en otras lenguas, y cómo es que en una mezcolanza de raras migraciones que hoy podríamos denominar “extranjerismos”, se situaron en el centro de nuestra habla cotidiana. Pero no solo palabras, sino frases completas que podrían venir de algún hecho bélico sucedido en los tiempos imperiales romanos u otro sitio cientos de años atrás de nuestra existencia.
Si te preguntas para qué te sirve o por qué te interesaría leer este libro, te contaré lo que comentó C. Vales en el prólogo de su libro sobre la vez en que fue invitado a impartir cátedra a estudiantes universitarios. Dichos alumnos eran alumnos de periodismo y muy seguramente acabarían como redactores de noticias o como escritores de guiones o novelas, por eso para él era importante compartirles lo importante que era conocer el origen de su materia prima: las palabras. Y en esto los poetas y los escritores de narrativa no podrán estar menos en desacuerdo: conocer el peso específico de una palabra sirve para conocer su alcance y magnitud al ser usada como el eslabón de una cadena de comunicación destinada a impactar en una sola línea.
Por último, si te preguntas por qué es que se llama así este libro, te diré que es culpa de Mary Shelley que a finales del siglo XIX al escribir “Frankenstein o el moderno Prometeo”, generó una obra que mezcló lo gótico con la ciencia ficción, además de indagar en los fundamentos del habla humana con el simple hecho de plantearse cómo es que un ser racional que se brincó todo el proceso de desarrollo de un humano común pudo, a partir de su experiencia con el entorno, aprender a comunicarse en un ambiente hostil en su calidad de “monstruo”.