El menosprecio de AMLO a la cultura
Fecha de publicación: 20 mayo, 2021


Por Roberto Garza
Cada vez son más los gobiernos que incorporan a la cultura como un elemento esencial de la planeación pública, como un fundamento tan importante como el desarrollo económico, social y del medio ambiente. En EL CUARTO PLILAR DE LA SOSTENIBILIDAD (Ediciones El Milagro, 2020), el experto en la materia Jon Hawkes apunta: “los nuevos paradigmas de gobernanza de una sociedad saludable y sostenible serán más eficientes si se incluye la ‘vitalidad cultural’ en el diseño de toda política pública.”
Aquí un ejemplo exitoso: cuando fue secretario de cultura de Medellín (2004 – 2010), Jorge Melguizo diseñó y aplicó un innovador modelo de política cultural comunitaria, vinculado al proceso de pacificación de dicha ciudad colombiana. Melguizo colocó a la cultura en el centro de la planeación pública de la entidad y los resultados fueron notables. Desde entonces, su modelo ha sido replicado por otros gobiernos alrededor del mundo.
Tras los estragos de la pandemia al sector cultura a escala global, en octubre de 2020 la Unión Europea incrementó sustancialmente los fondos que aporta a los Estados miembros para reactivar la actividad cultural. Apenas ayer, 19 de mayo, el Parlamento Europeo presentó “Europa Creativa”, un programa de apoyo a la cultura que aportará 2 mil 500 millones de euros al sector. Pese a la crisis económica, los eurodiputados le están dando un lugar preponderante a la cultura.
Cuando vemos los esfuerzos de múltiples gobiernos para transformar el papel de la cultura en la planeación pública, así como los incrementos a los presupuestos del sector no obstante la recesión, bien vale preguntarnos qué se está haciendo en México para rescatar a un sector que solía aportar una producción equivalente al 4% del PIB (2009), pero que hoy luce abandonado y dejado a su suerte.
Empecemos por decir que la cultura nunca ha sido un tema prioritario en la agenda del actual gobierno federal, y mucho menos se le ha considerado como un elemento vital para el desarrollo del país. Los defensores de la 4T podrán argumentar que las prioridades de AMLO son otras, de índole social y ético: acabar con la desigualdad y erradicar la corrupción.
Aunque así fuera, el problema de fondo es que AMLO no entiende la naturaleza social de la cultura ni la función que ésta puede tener en el desarrollo sostenible. Su idea de cultura se nutre del modelo asistencial y el orgullo nacionalista de los 60 y 70 del siglo pasado. Para AMLO es más importante defender un monumento histórico del vandalismo que la vida de las mujeres violentadas. Eso, en el fondo, delata su estrecha visión de lo que es la cultura (y el feminismo).
Revisen los hechos y verán cómo AMLO ha ignorado y menospreciado al sector cultura a un grado que ni Vicente Fox, dejándolo prácticamente afuera de su proyecto de “regeneración nacional.”
Afanado en realizar proyectos faraónicos, de ésos que dejan huella (aunque sea ambiental, como el Tren Maya o las refinerías), AMLO se encapricha con el proyecto de remodelación del Bosque de Chapultepec, dotándolo de un presupuesto millonario a costa de recortes brutales en dependencias sustantivas como el INAH, el INBAL y el IMCINE, o de despidos injustificados en la Fonoteca y la Cineteca Nacional.
De acuerdo al Diario Oficial de la Federación, al sector cultura se le otorgaron 13 mil millones 985 mil 117 pesos para el 2021, de los cuales más de 3 mil 626 millones fueron asignados a la Subsecretaría de Desarrollo Cultural, cantidad que será destinada casi en su totalidad al proyecto de Chapultepec. Ahí la prioridad de AMLO. Mientras tanto, entidades como Educal, que ya presentaba números rojos, recibió 30 por ciento menos, lo que la ubica al borde de la quiebra. Mientras tanto, personal del sector es despedido con una patada en el trasero.
A estas alturas del sexenio, queda claro que la cultura no es ni será una prioridad para el gobierno federal. Los gestores y encargados de la planeación son los mismos de antes, con las mismas ideas y con las mismas mañas. La política cultural de la 4T, si acaso la hay, da continuidad al modelo asistencial de gobiernos anteriores y se desmarca por completo de las corrientes que actualmente están haciendo de la cultura un pilar más de la sostenibilidad.