Corona Capital 2015 – Día 1
Fecha de publicación: 22 noviembre, 2015
Sexta edición y en continua renovación. Corona Capital ha seguido creciendo con pruebas y errores, sin embargo no podemos negar que en el 2015 agradecimos enormemente que el largo recorrido entre escenarios ya no fuera una prueba de resistencia, las camisetas a la salida con la leyenda “sobreviví a CC” en el 2015 ya no tuvieron sentido, eso nos hace abrigar la esperanza de que en algún momento los vendedores de cerveza y comida, que continuamente bloquean la vista o le brindan empujones al público, dejarán de ser tan importantes o la constante de todas las fotografías que tomamos.
Libres de contadores de pasos y amenazas de tormentas eléctricas (aunque en los alrededores del festival los vendedores de impermeables realizaban la danza de la lluvia), nos encontramos con un público diferente, dispuesto a bailar solo, sumarse a la idea de verano en pleno otoño con guirnaldas en el cabello e incluso ansioso por usar sus ojos, finalmente empezamos a notar una baja en el uso de teléfonos móviles para registrar todo (ahora somos los periodistas móviles los groseros con el teléfono en alto).
Como cada año, el cartel fue sumamente criticado, para algunos parecía no tener una cohesión, con headliners fuertes, cierta nostalgia y una serie de bandas que muchos desconocían, principalmente porqué no habían estado en rotación constante en las estaciones de radio locales. Afortunadamente Corona Capital decidió centrar su atención en otros medidores de popularidad, se enfocó en los proyectos que encuentran mayor aceptación en streaming, así nos dio la oportunidad de encontrarnos con diversidad de sonidos, alejándose del indie de diferentes nombres pero con estilos demasiado similares que aparecen más de 10 veces en la programación de 24 horas.
Aunque la mayor expectativa del primer día la generaron un grupo consolidado como Muse y el regreso de The Libertines, como siempre, lo mejor del festival ocurrió durante las horas previas. En esos mismos escenarios, durante el día encontramos la firme prueba de que una batería, una guitarra y un violín pueden crear un poderoso blues grasoso, Benjamin Booker se reveló con un solo disco y nos llevó a territorio cajún, NOLA en el oído con todas sus raíces en un solo nombre.
Ahí mismo, en el escenario que veía caer en cascada a las personas en la tirolesa, apareció el punk bailable de pocas pausas de Death From Above, el regreso de un dueto que tiene como característica dejarle un sabroso tinnitus al público. La misma sensación nos dejaron Run the Jewels y Diiv, dos propuestas que se aproximan a ese delicioso ruido que se siente en las entrañas desde el rap y el shoegaze, dos géneros que renuevan con su perspectiva.
Un programa bien pensado, indie para calentar el ambiente del festival, toques electrónicos para animar el ambiente y atardeceres cargados de nostalgia, pasiones humanas, poetas y marchas zapotecas. Las manos ondulantes de Richard Butler provocaron diversas emociones, The Psychedelic Furs nos llevaron por esa oleada de ideas musicales que nos hicieron vibrar tanto en el cielo como en el fantasma que llevamos dentro, derrochamos sin pena nuestros recuerdos de los 80, incluso aquel de la que era bella en rosa.
A partir de ese momento una zona del Corona Capital se desbordó con emociones acumuladas, empezando por Father John Misty, entregado a la interpretación de las palabras desde el momento en que inició ‘I Love You Honeybeay’; seguido por Ryan Adams en su versión de festival que no perdió por eso la intimidad poética que había derrochado días antes en el Plaza Condesa.
Mientras empezaba a cambiar nuevamente la atmósfera del festival, con The Libertines revelando ese tiempo para héroes que buscan lo simple en la complejidad que resulta de capturar la vida en los squats de Londres, apareció Zach Condon acompañado de Beirut, el proyecto que vía Nuevo México nos logró envolver en el punto donde las ideas convergen, desde las marchas zapotecas, lo barroco, el folk, aires balcánicos y lo electrónico, el grupo perfecto para enviarnos hacia el final de Doherty-Barat y el inicio de Muse, que afortunadamente dejó sus conexiones con HAARP y permitió que el cielo se mantuviera despejado.
Rock para estadio que sin parar nos llevó de ‘Psycho’ hasta ´Knights of Cydonia’, las teorías de conspiración encadenándose en serie mientras en otro lugar ya empezaba la euforia que nos depositaría en esa alegría bailable que escuchamos horas antes en Skylar Spence, Keisha y Kygo, Porter Robinson nos permitió cerrar con esa sonrisota que posiblemente no habríamos tenido si los kilómetros de años anteriores no se hubieran reducido.