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Atacar a la prensa

Escrito por: Roberto Garza

Fecha de publicación: 21 abril, 2021

Atacar a la prensa
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El presidente dice que el periodismo pasa por un mal momento y acusa a los medios de orquestar ataques infundados en su contra. Fiel a su tendencia de ver las cosas de manera bipolar, para él sólo hay dos tipos de periodistas: los buenos y humildes informadores que hacen eco a sus palabras y el resto –la mayoría–, que cobra para atacarlo y responde a intereses neoliberales y conservadores.

Al estilo de George W. Bush en tiempos de la invasión estadunidense a Irak, AMLO le dice a los medios: o estás conmigo, o estás en mi contra. Así, si un medio de comunicación no es “amigo y defensor” de la 4T, de inmediato se le incluye en la lista negra de Presidencia (llamada “prensa fifí”), lo que implica recortes totales en el gasto en publicidad oficial. Lo mismo sucede con los periodistas. Para el presidente sólo hay aliados y adversarios, no profesionales de un oficio cuya naturaleza es incomodar a los poderosos.

En una lectura de fondo, es evidente que esto responde a una estrategia de comunicación basada en la confrontación y desacreditación del periodismo crítico, tal como lo hizo Trump durante todo su mandato (sus pleitos con la prensa alcanzaron niveles inauditos). De la misma manera, AMLO acusa a la prensa crítica de “falta de ética” y se enfrasca en pleitos públicos con conocidos periodistas (varios de reputación oscura, sin duda) pero mete en la misma canasta a quienes, en pleno ejercicio de su libertad de expresión, se atreven a alzar la voz y cuestionar en lo más mínimo a la 4T.

Sabemos que los temas de la agenda nacional se dictan desde Presidencia vía las conferencias mañaneras. La opinión pública se nutre de ellas, que pudieron haber sido un ejercicio ejemplar de un gobierno democrático que garantiza el derecho a la información. Pero AMLO ha dedicado buena parte de su tiempo informativo a desprestigiar el trabajo del gremio periodístico en general, salvo las contadas excepciones de sus voceros y aliados. No estamos hablando de comentarios aislados, sino de una confrontación periódica y constante, producto de una estrategia de choque.

Esta conocida estrategia de confrontación directa con la prensa resulta –por decir lo menos– temeraria, sobre todo en un país tan violento como el nuestro y donde las agresiones a periodistas se cuentan por centenas. Si el presidente lo hace, si pone el ejemplo públicamente, ¿por qué no ha de hacerlo el pueblo bueno? A eso (intolerancia ante la crítica) se le llama jugar con fuego y en México el horno no está para bollos.

AMLO sabe bien su juego, es un experto en ello, y le está sacando jugo político a su pleito con la prensa. Desprestigiar a un gremio desde el poder no es poca cosa y más cuando se avecinan elecciones. El mensaje del presidente es claro: créanme a mí que soy el único dueño de la verdad, aunque diga que el negro es blanco o que Salgado Macedonio es un buen tipo.

Enemistarse con las voces críticas es típico de los regímenes autoritarios. Pero la prensa, no nos confundamos, tiene que ser incómoda por naturaleza. Tiene que indagar, pisar callos y decir lo que la gente en el poder no quiere que se sepa ¿Veremos más episodios de este pleito? No tengan la menor duda.

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