“LO QUE NOS HACE HUMANOS”
Fecha de publicación: 13 diciembre, 2021


Mientras escribo, alguien está tocando el piano en el departamento de abajo. Debo confesar que no me gustan los sonidos repetitivos (limpiaparabrisas, timbres, notificaciones). No soy muy adepta a los perros ni a los animales en general, (a veces, ni a los niños). En ocasiones pienso que quizás solo me gustaría tener hijos porque escuché por ahí que es la forma en que alcanzamos el máximo nivel de humanismo y yo –generalmente– suelo considerarme muy humana.
Pero, ¿qué será aquello que nos hace humanos? en estos tiempos de confinamiento la cultura es esencial; el arte, la música, la literatura. Los derechos culturales establecidos por la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030 también son derechos humanos relacionados con la identidad individual y colectiva. Celebro la mirada multidisciplinar del gobierno para enfrentar esta crisis y comunicar de forma loable desde temas como la salud mental, hasta no discriminación y manejo del estrés.
En una videoconferencia de Mario Riorda, Capacidades estatales para comunicar la crisis y el riesgo para el INAP Argentina, él comentaba que en el caso de la crisis derivada de la epidemia de 2005, el Informe a petición de la Comisión Europea para evaluar el abordaje de la emergencia por el virus H1N1: Science, H1N1 and society: Towards a more pandemic-resilient society, reveló que uno de los problemas más significativos de la gestión de dicha crisis, fue que no incorporó la mirada de las ciencias sociales.
Esta situación inesperada nos ha llevado también a enfrentarnos a dilemas éticos en todo el mundo; restricciones de movilidad, supervivencia, luto. Hemos sido testigos de las conductas terribles que ocasiona el mal de la ignorancia. Hay N cantidad de personas que hasta hace algunos meses no creían que la pandemia fuera real, argumentando que era un engaño del gobierno.
“La gente cree en las conspiraciones porque es una manera de creer que, en el fondo, el horror tiene un orden y un sentido, aunque sea un sentido malvado. No soportamos el caos, pero lo cierto es que la vida es pura sinrazón. Puro ruido y furia”. Señala Rosa Montero en Lágrimas en la lluvia.
Lo cierto es que la incertidumbre, la negación y la ignorancia nos alejan de toda comprensión racional. Nos apartan de lo humano y en ocasiones, –eso que, en lo personal considero lo verdaderamente humano– se confunde, se distorsiona, pasa a un plano distinto.
¿A qué me refiero? Me topé hace unos días con una nota de El País titulada La muerte, el duelo y los rituales. “Y es que nosotros no debíamos renunciar, por más peligros que haya, a aquello que también nos hace humanos: los rituales que llevamos a cabo ante el vacío” señalaba Emiliano Monge.
Me quedé pensando en las diferentes concepciones que existen de lo humano, de los rituales; a estos últimos, Byung-Chul-Han, (el filósofo vivo más leído en todo el mundo, coreano por cierto), los define como acciones simbólicas que generan una comunidad sin necesidad de comunicación y señala que en las sociedades actuales, abunda más bien la comunicación sin comunidad. Por ende, la desaparición de los rituales atiende a que la comunidad está desapareciendo.
Entonces ¿un ritual nos hace más humanos y nos ayuda a crear comunidad? No necesariamente. Al contrario, creo que es la comunicación y no la falta de ésta (en el caso de los rituales), lo que nos une y nos acerca más. Un tema muy complejo que me causa extrañeza es el apego al cuerpo.
Dicen que dejar de recordar destruye el mundo pero, me pregunto si se necesita un cuerpo para recordar. “Si supieran la liberación que trae consigo la muerte, no pedirían cargar con un cuerpo” señalaba José Vasconcelos, quien concebía a la muerte como “el bendito instante en el que la bestia aspira a ser alma, espíritu puro que solo conoce la alegría”. Lo he estado estudiando estos últimos días, o más bien investigando sobre el trasfondo y contexto del libro que me regalaron: “A la sombra del ángel”.
En esas búsquedas encontré una nota sobre Antonieta Rivas Mercado, hija del arquitecto Rivas Mercado, quien diseñó el Ángel de la Independencia. Antonieta fue una gran promotora de la cultura y fue amante de Vasconcelos. Una noche antes de su suicidio en la catedral de Notre Dame en París, ella le preguntó si la necesitaba, Vasconcelos respondió que “ningún alma necesita a otra”. Es de entenderse que si no necesitaba un alma –o al menos eso decía– menos iba a necesitar un cuerpo.
Hace unos meses, platicando con los amigos del Diplomado de la UNAM, preguntaron si estábamos a favor de las medidas coercitivas, todos respondimos que no porque en algún momento se violan derechos. Casi por finalizar, el Mtro. Carlos Garza mencionó que él esperaba que todos saliéramos mejores de esto. Nuestro amigo español mencionó “no lo creo, el gobierno…” antes de terminar la frase Carlos respondió: “A mí no me importa el gobierno, me importa lo que hagamos tú y yo.
Esos son los momentos que me gusta guardar. Yo sí creo que vamos a salir mejores de todo esto. Aunque no coincido con el apego desmedido a los cuerpos (sin vida) y con que sean los rituales (que forman parte de lo físico) lo necesario para crear comunidad, actualmente estos forman parte de nuestra idiosincracia y no nos podemos cegar de la realidad. Creo que lo que sí nos hace humanos, aparte de las pasiones, es entender la otredad. Eso se aprende a través de la cultura y sobre todo de la sensibilización; lo contrario a ello no es el odio sino la ignorancia. Considero que en la medida en que vayamos entendiendo al otro (y a nosotros mismos), podremos llegar a un más elevado nivel de humanismo, practiquémoslo.
Escrito por: Alejandra Cerecedo