¿99 años de celebración? Reflexión en torno al 10 de mayo

El 10 de mayo en México se celebra el día de la madre, un día propuesto por el periódico Excélsior a cargo de su entonces director Rafael Alducin en 1922, como medida para inhibir y desviar la atención de las protestas que se levantaron por varios grupos de mujeres (movimiento gestado en Yucatán) y que  hasta hoy día, dejaría en el olvido e ignorancia generacional a aquellas pioneras de esa primera ola de feminismo en nuestro país.

Las demandas que exigían y por las que inició la lucha, eran derechos básicos como el del voto, derechos laborales, el derecho a autoconocer y reconocer los cuerpos, demandando clases de anatomía y fisiología del cuerpo femenino en las escuelas (básicamente educación sexual), liberación sexual, paridad de género, entre otras. Fue un movimiento precursor que daría paso a más luchas y nuevas demandas que se ganarían años después y que, por supuesto, generó resquemor y temor en el gobierno de México; así dicha propuesta seria aprobada y establecida por el secretario de Educación Pública José Vasconcelos en el año 1922. Es así como institucionalizado el día se quedó plasmado perdurablemente en la memoria de la sociedad mexicana.

Durante años nos han inculcado en las escuelas, hogares y en los medios de comunicación la importancia de celebrar a mamá, festejar a aquellas buenas mujeres de familia, buenas madres, buenas esposas, buenas amas de casa, buenas trabajadoras del hogar. Una celebración cooptada por la mercadotecnia y por aquellos a quienes les parece peligrosa la emancipación, la liberación de la mujer.

Hoy los anuncios espectaculares, los comerciales en la tv, radio e internet siguen anunciando lo mismo que hace 100 años: electrodomésticos innovadores que supuestamente disminuyen la carga de trabajo doméstico de las mujeres, pero que finalmente apuntan siempre a lo mismo, a la imagen de la mujer ahora trabajadora, ama de casa, esposa y madre, una mujer multifuncional y perfecta ante todo.

Entonces pregunto: ¿realmente el 10 de mayo, tendría que seguir siendo un día de celebración, que perdura con el patrón mediático y estructural de este sistema capitalista en el que vivimos? ¿Por qué no se reconocen las múltiples formas de maternar?

Reconocer y pensar en la libre elección de ser madre o no serlo, conmemorar las múltiples revoluciones detrás de cada madre:

Las mamás asesinadas, las que salen de sus pueblos, comunidades, ciudades o países buscando a sus hijos e hijas desaparecidas o muertas. Aquellas que además de ser madres se han vuelto activistas, abogadas, ponentes, marchantes y anti sistémicas, siendo atormentadas y amenazadas por su búsqueda de la verdad. Las madres guerrilleras, las que luchan para una remuneración económica por el trabajo doméstico que hacen día a día en sus casas, las que desde sus trincheras en su andar cotidiano generan revolución. Las que aún viven y luchan por su libertad en comunidad apostando por un mundo distinto en el que los derechos que han sido ganados no solo se queden pendiendo de un hilo, escritos en un papel, sino lograr que realmente podamos ejercerlos y apostar por más. Las madres que abogan y luchan por las que no tienen voz.

La lucha de las madres en el mundo ha sido diversa y con poca relevancia, seria pertinente (o al menos eso creo yo) reapropiarse del día, conmemorar y concientizar a las nuevas generaciones y a las que yacen ahora. Solo es cuestión de conocer las distintas historias de vida de las mujeres para percatarnos de cómo el sistema en el que vivimos ha utilizado todas sus herramientas al alcance para sosegarlas y coartarlas por muchos años, aun así el molde se ha roto siempre y siempre se romperá.

Para las madres, aquellas que estremecen, las que hacen temblar y temer a más de un Estado en el mundo.